Viendo asombrado la ceremonía de apertura de los Juegos Olímpicos en Pekín, mis ojos se tornaron acuosos, no por el extraordinario espectáculo que medio mundo estaba viendo, si no por la rememoranza de los 3 meses que pasé en China en el 2005.
Allí conocí comunidades rurales en las que sólo quedaban ancianos, mujeres y niños porque los hombres habían sido obligados a ir a la capital a trabajar 80 horas a la semana en condiciones de semi-esclavitud y viviendo en las obras en barracones tipo campo de concentración
También hablé con personas en Hong Kong que me dijeron que la promesa del gobierno chino de mantener el sistema de libertades en la ex-colonia británica era una falacia.
Hablé con estudiantes seducidos por las nuevas tecnologías como Internet o los móviles, pero que me contaban que la censura y el control eran férreos.
Conocí empresarios que en un día ganaban lo que millones de chinos en un año, y circulaban obscenamente con sus mercedes por Pekín apartando las bicicletas.
No fui a Tibet en solidaridad con su pueblo, pero sí estuve en Dharamsala en India, donde miles de tibetanos sueñan con poder volver algún día a su tierra, antes de que el gobierno chino aplaste totalmente su cultura.
Nos dijeron que los JJ OO ayudarían a que los derechos humanos se respetaran en China, y algunos se lo creyeron.
Yo lo dudé siempre porque en China vi claramente que el sistema político más despiadado del mundo es una política comunista combinada con un capitalismo salvaje, y cuando dentro de pocos años China domine el mundo, que lo hará, nos preguntaremos cómo no lo vimos venir.
Ahora el COI prohibe a los atletas hablar de política y a algunos presidentes se les llena la boca hablando de derechos humanos, pero luego se sientan al lado de los dirigentes chinos con una hipócrita sonrisa.
Pero yo no me rindo y creo que todavía se puede hacer algo para que estos juegos no pasen a la historia como los más tristes para los derechos humanos.
El boicot no es contra los juegos, un evento global que por unos días hermana a cientos de países, miles de atletas y millones de personas, sino que está dirigido contra el gobierno chino.
Propongo que los atletas que suban al podio hagan un gesto silencioso pero significativo, que pongan sus manos en los ojos, en los oídos, y en la boca, como los monos de "No ver, No oir, Callar", para demostrarle al mundo que por mucho que el gobierno chino y el COI intenten censurarlos, la libertad individual estará siempre por encima de los represores.
Si estás de acuerdo con esta propuesta, pásala a tus contactos, enlaza con el blog, escribe tus comentarios, envía cartas a la prensa, lo que sea para que se oiga nuestra voz en Pekín
Carlos Olmo Bosco. España
viernes, agosto 08, 2008
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